Cómo superar el miedo al fracaso

La mayoría de los emprendedores debe enfrentar el temor de que su proyecto no funcione. Este miedo se debe superar para lograr salir adelante con éxito. El primer paso es identificarlo y luego trabajar sobre él con acciones concretas.

Cómo superar el miedo al fracaso

El miedo es algo inherente a las personas. Se gatilla frente a lo desconocido y ciertamente un proyecto empresarial tiene muchas variables que son inciertas. Ante este escenario, lo importante es trabajar esos temores para que tu sueño no se transforme en una pesadilla.

El principal miedo que hay que saber manejar a la hora de emprender es el temor al fracaso: que no salga adelante el proyecto y a equivocarse en el rumbo.  Este fracaso se puede manifestar de muchas maneras dependiendo de la naturaleza de la compañía, por ejemplo, en que no le guste el producto y/o servicio a nuestro cliente; en que no sea posible interesar a inversores que participen en nuestra ‘gran idea’, o en no atraer profesionales con el talento necesario para formar un buen equipo.

En Chile generalmente se estigmatiza el fracaso, cosa que no ocurre en Estados Unidos, donde está muy naturalizado y es parte inherente del espíritu emprendedor.  Por un tema cultural, los emprendedores chilenos tienen este temor muy arraigado en el subconsciente y es un aspecto que se debe trabajar para que finalmente no afecte al negocio.

Para minimizar este temor al fracaso, es clave crear un plan de empresa completo, en el que se incluyan muchos escenarios posibles y diferentes planes de contingencia.  Ahora bien, es importante tener claro que no hay nada exento de riesgo y que pocas veces se cosecha un éxito sin haber tenido en el proceso algún contratiempo.

En definitiva, el miedo al fracaso se puede gestionar entendiendo que es de los pequeños fracasos de donde más se aprende. Son ocasiones únicas para reflexionar y, a partir de ahí, generar un modelo que tenga éxito.

También hay que trabajar la sensación de culpa ante la posibilidad de que si las cosas no van como tienes pensado, vas a poner en peligro la seguridad o los ahorros de inversores, clientes o empleados. Es normal preocuparse especialmente en fallarle, sobre todo, a la gente que ha dejado trabajos estables por unirse a mí porque detrás también hay familias.

Es una tremenda carga emocional, por eso es importante tener un cofundador, lo que te ayuda a gestionar la montaña rusa emocional del emprendedor. Ahora bien, si esa figura no existe, intenta desahogarte con otros emprendedores conocidos que puedan aportarte puntos de vista diferentes.

En cualquier caso, no está de más tener claro que tus empleados son personas adultas que voluntariamente han decidido arriesgarse a entrar en tu empresa. Esa reflexión te ayuda a relativizar el miedo.

Lo importante es tener claro que es casi imposible que un emprendedor no fracase de alguna u otra forma. Y cuando ello ocurra, es clave que los ánimos no bajen a un punto de no retorno, para que sea posible salir de ese escenario. No es fácil, pues la figura del empresario sufre un prejuicio muy injusto: cuando hay una trayectoria de éxito, se achaca a la suerte, y, cuando hay un fracaso, a su ineptitud.

En este punto es fundamental saber plantearse ante “el día después al fracaso”. El emprendedor que logre salir adelante debe tener fuerzas para comenzar a construir de nuevo y sacarse la imagen de ineptitud que injustamente se le pueda atribuir (por parte incluso de él mismo)

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